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En épocas de gran actividad o de ocupación mental, cuando preparas exámenes, tienes un hijo pequeño o estás inmerso en un proyecto exigente, se produce un fenómeno común: la cabeza se te llena de ideas de “todo aquello que estaría haciendo si no fuera que no puedo”. Para mí es un clásico y en la fantasía puedo imaginarme haciendo aquello que, en realidad, no he hecho nunca y que ahora se me presenta como imprescindible. Y el deseo es tan potente, que la sensación de verme limitada por la carencia de tiempo me invade de frustración.
Es posible que, en tiempo de coronavirus, este sentimiento crezca desmesuradamente y nos genere malestar. Muchos clientes comentan estos días que el confinamiento ha llegado “justamente ahora que…” (iniciaba un proyecto, quería hacer deporte, ahorraba para viajar, etc.). Si sientes que la pandemia te ha cogido en un momento de la vida en que tenías otros planes es una buena señal: ¡tienes planes! Pero tener planes no es suficiente, la gracia es llevarlos a cabo.
La vida (fuera de casa) volverá, y con ella la posibilidad de hacer actividades. Pero entonces, cuando vuelva esta “vida deseada”, ¿nos acordaremos de seguir proyectando nuestros deseos? ¿O volveremos a la rutina esperando volver a estar limitados para tener ilusiones?
Para mantener vivo este impulso creador, aumentar la posibilidad de materializarlo y reducir la frustración de la espera, te propongo el siguiente ejercicio:
Coge un papel y un bolígrafo, y haz una lista de todas las cosas que querrías hacer o cambiar en tu vida pero que debido de al confinamiento no puedes llevar a cabo. Escríbelas todas, cuantas más mejor, evitando el juicio (“no puedo”, “no es importante”, “no me lo merezco”, etc.). Este pequeño acto puede ayudarte a gestionar la frustración a sabiendas de que, cuando esto pase, podrás recuperar aquello que deseabas. El cerebro no distingue realidad de fantasía, y el solo hecho de imaginar un baño a la playa o una reunión con personas que amas genera endorfinas y serotonina, las hormonas de la felicidad y el bienestar.
Relee la lista e imagina que ya estás realizando estas actividades. Dedícate unos segundos para tomar conciencia de cómo te sientes con cada una de ellas.
Coge unos rotuladores o lápices de colores, y marca:
Revisa la lista y ordénalas teniendo en cuenta los colores: las propuestas que tienen alguna marca seguramente serán prioritarias, más asequibles o motivadoras.
Una vez ordenada la lista, revisa si quieres hacer algún cambio (quizás hay actividades que no has marcado y ahora te parecen importantes, o al revés).
Por último, coge las cinco primeras acciones y escríbelas en otra hoja. Puedes tenerlas presentes estos días que quedan de confinamiento para ir pensando cómo y cuando las quieres llevar a cabo. Modifícalas, amplíalas o redúcelas cuando quieras, pero no las olvides. Pronto, cuando cerramos ventanas y abramos las puertas, esta lista será tu hoja de ruta.
Si para algo queremos que nos sirva esta experiencia devastadora es para poder transformar nuestras vidas con las circunstancias que tengamos. No sabemos hacia donde irá el mundo después del coronavirus (o hacia donde está yendo ya) pero si podemos fomentar que nuestra rutina sea lo más parecido posible a aquello que soñamos cuando nos falta tiempo, que por desgracia es muy a menudo.
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