TOMA DECISIONES Y NO MIRES ATRÁS

Uno de los malestares que observo en clientes es la tendencia a la rumiación delante de la toma de decisiones. Y no hablo de grandes decisiones como tener un hijo, cambiar de ciudad o abandonar un trabajo. Me refiero a ese pensamiento continuado acerca de qué prepararé para comer, a qué hora me he de levantar para coger un vuelo o si debo o no ir al cine por la tarde. Este tipo de decisiones que tomamos constantemente y que suponen un desgaste importante si uno no tiene buenas estrategias para afrontarlo.

En la toma de decisiones destacaría dos procesos: tomar la decisión, y la revisión de las decisiones tomadas. Este segundo ejercicio mental, lejos de llevarnos a un lugar seguro y perfecto, nos genera más estrés, cansancio y malestar.

El cerebro en reposo consume el 80% de la energía que tenemos. Si le avasallamos de mensajes y rumiaciones de este tipo la necesidad de aporte energético aumenta. Así que, sé higiénico mentalmente y deja en paz a tu cerebro!

Como ya hay mucha literatura sobre cómo tomar decisiones, me voy a centrar en la segunda fase: Dejar de revisar las decisiones tomadas.

En realidad, no hay más truco que darse cuenta de que tienes tendencia. Ello, y autoimponerte un poco. Para ello puedes probar diferentes ejercicios:

  • Está claro que tu cerebro necesita rumiar (al menos hasta que aprenda otra cosa) y tu no le quieres fallar. Dedica un rato (20-30 minutos) por la mañana a esos pensamientos vagos, dale vueltas al coco. Ponte una alarma y respeta este tiempo. Puedes ponerle un nombre: “tiempo de rumiación” o “espacio de pensamiento” o lo que tu quieras.
  • Cuando el tiempo de rumiar ha acabado, coge una libreta, un papel o un post-it y apunta el resultado de tus decisiones cotidianas. Una vez escritas, solamente has de ejecutarlas sin revisar.
  • El resto del día prohíbete volver allí. Si te cuesta, puedes ponerte otro espacio de rumiación por la tarde, a una hora concreta.
  • Cuando te vengan pensamientos de este tipo puedes decirte: ahora no, lo pensaré en mi “tiempo de rumiación”. Tu cerebro estará tranquilo, porque sabe que tiene un espacio para ello.

Puedes acompañar este ejercicio con un poco de Mindfulness y de deporte o actividades que requieran concentración, ya que esto te permitirá poner foco en el aquí y ahora.

Además, deberás decidir a qué quieres dedicar tu energía mental sobrante, porque cuando dejes de rumiar aparecerá un espacio mental para cosas nuevas… ¿te atreves?

 

Tags :  ansiedad  ·   decisiones  ·   pensamiento

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